fàbula de Augusto Monterroso
El espejo que no
podía dormir
Había una vez un
espejo de mano que cuando se quedaba solo y nadie se veía en él se sentía de lo
peor, como que no existía, y quizá tenía razón; pero los otros espejos se
burlaban de él, y cuando por las noches los guardaban en el mismo cajón del
tocador dormían a pierna suelta satisfechos, ajenos a la preocupación del
neurótico.
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